

El ser humano es gregario y ello implica que existen una serie de relaciones interpersonales que impactan su vida desde el nacimiento. A lo largo de la evolución, el hombre debió agruparse para protegerse del medio y de otros grupos humanos.
El ser humano es gregario y ello implica que existen una serie de relaciones interpersonales que impactan su vida desde el nacimiento. Tanto los procesos de amamantamiento o alimentación como los de cuidado durante la primera infancia por parte de un cuidador (madre, padre u otro) impactan al ser humano. A lo largo de la evolución, el hombre debió agruparse para protegerse del medio y de otros grupos humanos. Esta agrupación implicó un desarrollo cognitivo y del lenguaje y llevó al hombre a constituirse en el complejo ser que hoy habita nuestro planeta y que tiene una variedad de emociones.
Dos temas centrales de los procesos psicosociales son el desarrollo del apego en el infante y el proceso de socialización. Ambos implican un impacto en las demás áreas de desarrollo. Vemos que, por ejemplo, niños muy inteligentes pero con pocas habilidades sociales no tienen un buen desempeño en la escuela porque carecen de una red de contactos que le puedan prestar útiles o que le recuerden la fecha de entrega de un trabajo. Así, incluso en las áreas de talento, una socialización limitada implica fallas importantes en las oportunidades para destacar.
En este apartado revisaremos el desarrollo del apego.
En algunos animales se da un fenómeno muy interesante: la impronta. Se trata de un fenómeno sumamente importante en la explicación de la evolución de la conducta que describió el etólogo Konrad Lorenz. Observó que en el llamado periodo crítico, poco después del nacimiento, algunas aves establecen un vínculo con el primer elemento que ven (y tocan y huelen) en las 24 a 48 horas posteriores al rompimiento del huevo. Lorenz mismo se colocó como parte del experimento y el ganso que improntó tuvo una larga relación con él (lo seguía por toda la casa, y era muy cercano a él en todo momento). La conducta aprendida así se conserva para siempre.
Resulta interesante que los animalitos pueden improntarse no sólo con seres vivos, sino también con objetos. Los campesinos en China han aprovechado este fenómeno para improntar patitos con palos de madera. De esta forma, clavan los palos en diferentes partes de su cosecha y los patitos se quedan próximos a ellos para comer caracoles que son dañinos para sus cosechas.
Los periodos críticos varían con la especie: en perros es entre dos y siete semanas, en gatos es de tres a 10 semanas. Aquellos estímulos a los que se expone a las crías de primates entre los seis y 12 meses se considerarán “normales” durante toda su vida.
Harry Harlow fue un investigador que nos dio mucha luz sobre la forma en que el apego se genera. Siendo un hombre de extraordinaria creatividad, diseñó un experimento con gran rigor metodológico que se ha convertido en un clásico de la Psicología. Intrigado por la forma en que las experiencias tempranas de monos bebé podrían influir en su vida adulta separó, en diferentes estudios, a un bebé de su madre y lo colocó en una cámara con dos madres subrogadas: una de alambre y una cubierta de felpa. Un primer hallazgo fue que los monos tenían “confort de tacto”: pasaban casi todo el tiempo con el maniquí con felpa, aun cuando el biberón con su alimento estuviera en la madre de alambre. Pasaba el tiempo indispensable alimentándose y, en cuanto era posible, regresaba a abrazar al maniquí con felpa. Lo más interesante del estudio vino después, cuando los bebés criados en estas condiciones fueron creciendo. Su comportamiento social era atípico, no se relacionaban adecuadamente con otros ni podían jugar.
Las repercusiones de haber crecido sin una madre natural fueron aún más evidentes al llegar a la edad adulta: sus conductas sexuales no permitían el coito, y cuando una hembra llegaba a quedar embarazada, su atención a la cría estaba totalmente afectada.
Estos estudios con animales nos permiten generar hipótesis de lo que sucede también en el ser humano. Exploremos cómo crecen los niños con contacto restringido con seres humanos.
Uno de los discípulos de Sigmund Freud, René Spitz se dedicó a estudiar el impacto que las primeras experiencias tienen en los niños. Llegó a la conclusión de que el afecto físico en esas primeras etapas resulta fundamental para el adecuado desarrollo del ser humano. Estudió bebés de hasta dos años y medio en dos instituciones:
La principal conclusión de este estudio clásico es que el contacto físico que aporta la madre a su bebé, en particular durante el primer año de vida, es fundamental para las distintas esferas de desarrollo del niño. Ello ha llevado a que en los centros de desarrollo infantil y en instituciones como las casas cuna se ponga especial atención al contacto físico y a las demás manifestaciones de afecto hacia los bebés: arrullo, canto, plática. Ellos deben recibir estimulación en todos los ámbitos sensoriales: visual, auditivo, quinestésico (de movimiento), de tacto, olores y sabores (con la incorporación gradual que el pediatra autorice de los distintos tipos de alimentos). Por ejemplo, el hecho de que en muchas de nuestras culturas indígenas se cargue con rebozo a los bebés constituye una ventaja en su desarrollo, por la cercanía que provee con la madre (su aroma, su calor corporal, el sonido de sus latidos, su voz) así como por el movimiento que implica y que es fundamental en el desarrollo adecuado del infante.
El apego es el vínculo emocional positivo que se desarrolla entre un niño y una persona en particular. Constituye la forma más importante de desarrollo social que se da durante la infancia. Hay varios tipos de apego: seguro, ambivalente y evitante. Se evalúa a través de un protocolo llamado Situación extraña de Ainsworth. Se instala a la madre y su bebé en una habitación. La madre se sienta en una silla y se permite que el bebé explore el entorno. Un adulto extraño entra en la habitación y después la madre sale. Ella regresa un poco más tarde y el adulto se va, patrón que se repite una vez más. Los niños con apego seguro tienen a su mamá como una especie de “base”, en el sentido de que exploran por unos momentos y regresan a ella en un patrón que se repite. Cuando se va, parecen intranquilos y al regresar, se acercan a ella.
Los que entran en el grupo de evitantes no lloran cuando se va, pero parecen evitarla en el momento en que regresa. Por último, los de apego ambivalente muestran reacciones inconsistentes al regreso de la madre como buscar contacto y pegarle. Se ha visto que quienes tienen apego seguro al año de edad tienden a presentar menos dificultades psicológicas que los niños con los otros tipos de apego. Tienden a ser más competentes en los terrenos social y emocional, y ser más cooperadores. Sin embargo, esto no es una regla universal: hay niños que tienen apego inseguro y crecen para ser niños y adultos sin mayores conflictivas. Además, la cultura determina en gran medida el tipo de apego que es socialmente deseable (hay grupos en los que se espera que haya más vínculos con la madre que en otras).
En muchas teorías psicológicas se habla de la importancia de que la madre, el padre o el cuidador principal del bebé sea sensible para responder a sus necesidades. Cuando existe esa sensibilidad, el bebé no tiene que llorar por largos periodos para conseguir alimento o cambio de ropa (en casos extremos, no lo consigue y acaba por dormirse), es probable que se genere un apego seguro.
La Teoría del apego no sólo nos permite entender cómo son las reacciones emocionales de los bebés, sino que también nos permite comprender fenómenos complejos como el amor, la soledad y el dolor en los adultos. Se asume que los estilos de apego en adultos se generan a partir de los modelos mentales que él tiene de sí mismo y de otros. Estos modelos se desarrollan durante los primeros 12 años de vida. La clasificación de apego infantil se traduce, en la edad adulta en:
Es fácil llevarse con ellos y se sienten cómodos al depender de otros y tener a otros que dependan de ellos para ciertas tareas. Por lo general no se preocupan de sentirse abandonados ni por la posibilidad de tener a la gente demasiado cerca de ellos.
Se sienten algo incómodos con personas cerca de ellos y les cuesta trabajo confiar en otros totalmente. Es difícil que se permitan depender de otros en alguna circunstancia. Generalmente sus parejas amorosas quisieran que fueran más cercanos de lo que son con ellos.
Les gustaría que los demás se acercaran más a ellos y se preocupan de que su pareja no los ame de verdad o que no vaya a permanecer en la relación. Quisieran fundirse con el otro, lo cual puede alejar a parejas y amigos potenciales.
Identifica el tipo de apego con la personalidad adulta, considera que es un rasgo de la personalidad, pero no determinante.